Hechos que no tienen nada de malo. Pero que tiñen su visión del mundo, la comprensión de sus fenómenos desde el prisma academicista o mercantil. Que se encarna en una apología de lo económico como parámetro máximo. Elaborando una contabilidad de la vida, con gastos, costos, ganancias y plusvalías. Tasando lo incalculable y evaluando la productividad de todo.
Con los números podemos demostrar lo que queramos. Las pases de magia son infinitos y permiten sacarse de la chistera balances y gráficos aplastantes. Pero es mentiroso presentar una formulación económica como ley universal. Porque toda formulación tiene unas premisas, un punto de partida, una escala de valores. Una suerte de deontología que pregona lo que es ética y moralmente aceptable y lo que debe ser prioritario en todo análisis.
Estas deontologías fueron definidas como izquierdas y derechas, como capitalismo, socialismo, como tercera vía y tantos otros nombres que van acuñándose a una velocidad de vértigo, pero que siguen desfigurando y ocultando su verdadera esencia. Porque en el viaje hacia el capitalismo perfecto, que claramente le ha ganado la partida al comunismo, los términos han perdido su sentido y se han construido estrategias engañosas e insostenibles en el tiempo, que ha obligado a sus promotores a camuflar, reciclar y cambiar la fecha de caducidad a remedios más que vencidos.
Cuando los consejeros, los ministros y los presidentes en general hablan de costo de la vida, bajar el gasto público, crecimiento del Producto Bruto Interno o alza de precios, están basándose en una visión económica concreta, no en la economía pura. Es una dirección que guía esa economía y son esas direcciones antihumanistas las que irritan a las nuevas generaciones.
Quiero aclarar que cuando hablo de nuevas generaciones, no me refiero a los jóvenes exclusivamente, si no que me refiero a las personas que comienzan a tener una forma distinta de ver las cosas y que promueven, en ese sentido, un recambio generacional. Son esas personas, de cualquier edad, que se involucran en esta guerra de generaciones y que intentan ofrecer al mundo nuevos modelos, nuevos paradigmas y una lectura renovada de la historia, tanto la de la naturaleza como la social.
No deja de ser un funcionamiento eterno, frente a una realidad se buscan soluciones que creen una realidad diferente. El problema radica en que nos quieren convencer que no hay otras realidades posibles y que sólo podemos elegir entre diferentes modelos descartables.
Como introducción todo esto es muy largo, pero vale la pena intentar sentar bases tangibles a los pensamientos. Cuando leí en Le Monde Diplomatique la nota de Serge Halimi “Contre l’équité”**, no pude evitar consternarme y reflexionar sobre cómo alguien podía sostener el aumento de las matrículas universitarias, “para hacerlas más equitativas, ya que la gratuidad constituye un subsidio a los hijos de los ricos”, defendía Jacques Julliard, un editorialista francés. Alain Minc, asesor de Nicolás Sarkozy, pero también cercano a la jefa del Partido Socialista Martine Aubry, tuvo a su padre internado 15 días en un servicio de alta complejidad y mostró su malestar de que el sistema de salud francés se haga cargo de los gastos, que ascendieron a más de 100 mil euros, de la internación de una persona de 102 años. El señor Minc continuó su razonamiento planteando como podría recuperarse ese dinero: echando mano al patrimonio de los ancianos o de sus herederos y terminó develando su interés en que el Partido Socialista incluya esto en su programa electoral de las próximas elecciones.
Un pensamiento totalmente cosificador y donde el humanismo se evapora. La idea enarbolada en casi todas las latitudes es la de hacer más fuerte al más fuerte a costa de los cada vez más débiles. El ensueño que guía a estas personitas no puede ser otro que llegar a ese Olimpo de los fuertes, formar parte de ese grupo de elegidos que tienen en sus manos la vara que mide el bien y el mal y el rayo fulminante que castiga.
Pero el retroceso no puede sostenerse sin un acoso cada vez más severo de las poblaciones. Unas poblaciones que viven un nuevo siglo, un nuevo organigrama de la información y un nuevo reclamo: abandonar ese ensueño caduco.
* – *Reaccionario es un término referido a ideologías o personas que aspiran a instaurar un estado de cosas anterior al presente. Se originó como expresión peyorativa para referirse, desde la Revolución francesa, a lo que se opone a la revolución, como sinónimo de «contrarrevolucionario». Esa identificación se fue matizando con la posterior extensión del concepto «revolución», lo que hizo que el concepto «reacción» fuera cambiando también de contenido, pasando a identificarse usualmente con la oposición entre los términos progresista y conservador, que propiamente designaban en un principio otras posturas políticas. Definición de Wikipedia*
** – [http://www.monde-diplomatique.fr/2010/12/HALIMI/19922](http://www.monde-diplomatique.fr/2010/12/HALIMI/19922)