Acompañar a Cristina es acompañarla para que profundice el modelo, acompañarla en su gran fortaleza, estar presente en un momento tan duro a nivel personal. Acompañarla humana y políticamente.
Muchos estamos dispuestos a seguir apoyando a Cristina en su fortaleza, para profundizar la transformación del país y para desenmascarar a quienes no solo no la acompañaron sino que
cargaron sus armas para destruirla, para evitar que otro modelo haga pie en Argentina, haga pie y tome vuelo de modo tal que no haya vuelta atrás.
Los canallas, de derecha o izquierda, tienen un gran problema, porque su vigencia (mediática) se la deben en gran parte a Néstor Kirchner. Y tendrán que reacomodarse ahora que ya no está.
Kirchner instaló una dura confrontación contra los suprapoderes, esos que operando sobre los otros -sobre los poderes del Estado- digitan y convierten las democracias en mera formalidad.
Por eso la confrontación ha sido tan salvaje, tan *“incivilizada”*, porque Kirchner con su estilo y su convicción, no dudó en enfrentar formas *“prehistóricas”* de dominación que llegan hasta hoy
gracias, entre otras cosas, a la manipulación mediática monopólica.
Pero esta vez la voz del pueblo llegó sin *“intermediación”*.
La información circuló *“murió Kirchner”* y el pueblo salió a encontrarse y reconocerse en un sentimiento común de pesar, de agradecimiento y en su necesidad de expresar su convicción de
que este es el camino por el que elige seguir .