Su muerte deja un enorme vacío, proporcional a los espacios que él abrió. Porque mal que le pese a muchos durante su gobierno la política dejó de ser una mala palabra y los sueños volvieron a ser algo más que espejismos.
Desde el 2003 se han vivido años de vértigo, que quizás nos impide tener una visión panorámica de todo el proyecto levantado por un hombre que venía de la provincia menos poblada de la Argentina y que pensaban, quienes le cedieron el protagonismo, que iban a poder manejar.
Enarboló desde el primer día la bandera de los derechos humanos, dejando atónitos a aquellos que pensaron era un movimiento demagógico y que luego vieron que era una jugada profunda y estratégica. Fue un jaque al establishment, a esos poderes que gobernaron el país, ya sea con políticos o con militares serviles a sus intereses.
Desató la tormenta anulando las leyes de obediencia debida y punto final (que cerraba los procesos por las atrocidades cometidas durante la dictadura) y que hacía peligrar la libertad de los genocidas liberados con los indultos de anteriores gobiernos. En esa misma dirección ocupó el cargo de Jefe de las fuerzas armadas que otros presidentes siempre dejaron vacante, provocando una reestructuración interna y un cambio de dirección a los cuerpos militares argentinos. Así como fomentó un cambio de la justicia, articulando una nueva Corte Suprema.
Pero los derechos humanos no se acaban en la no repetición del pasado, si no que tienen que tener un programa hacia el futuro. El presidente Kirchner recibió a los excluidos (desempleados, inmigrantes sin papeles, artistas sin reconocimientos legales, movimientos sociales, sindicales, gays y lesbianas, pueblos originarios) y los puso dentro de las prioridades de sus políticas, provocando la urticaria de los sectores más rancios del país.
Así, durante su gestión o en la continuación de su esposa, Cristina Fernández, lograron promulgarse leyes revolucionarias, como la del matrimonio igualitario, reconociendo las parejas del mismo sexo y convirtiéndose en los pioneros del continente; la ley de Medios Audiovisuales, que reemplazó a la ley de la dictadura y que abre espacios a la pluralidad y combate los monopolios. También eliminaron el delito de injurias y calumnias permitiendo que el periodismo pueda ser un verdadero cuarto poder, libre de ataduras con el estado.
Recuperó para los argentinos Aerolíneas Argentinas, las aguas y el servicio de correos que estaban en manos privadas y con unos servicios desastrosos. Pero lo fundamental fue la recuperación de las jubilaciones de los argentinos, en manos privadas antes de su llegada. Y que permitió dar vuelta el paradigma del sistema jubilatorio, creando un modelo solidario y de reinversión permanente, que ha permitido sumar más de un millón 300 mil jubilados nuevos al sistema previsional y blanquear a miles de trabajadores que estaban en negro.
Hay muchos temas para enumerar de estos poquitos, pero intensos, años de su gobierno, es inevitable hacer una selección poco rigurosa, pero que muestra, en definitiva, que supo escuchar, estar atento a lo que sucedía a su alrededor y puso a la gente competente en cada una de las funciones a desempeñar. Fue aprendiendo sobre la marcha, equivocándose, metiendo la pata porque arriesgó, no fue conformista y no se dio por vencido.
Las más de 200 mil personas que han pasado por su velatorio no olvidan que fue él quién les quitó de encima la loza de la deuda externa, que convertía a la Argentina en un esclavo de las políticas dictadas por el FMI. No olvidan que su gobierno no reprimió el reclamo social durante todo su mandato y no olvidan que le dijo no al ALCA, que hubiera convertido todo Sudamérica en un patio trasero para las empresas norteamericanas. No olvidan, tampoco, que con su trabajo se construyó la Unasur y que eso perfila un nuevo rumbo de unidad y de solidaridad para el continente. Lula Da Silva, Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez, entre otros, se consideraban amigos personales del ex-presidente y han llorado su pérdida junto a la hoy presidente de todos los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner.
*»Ningún fuego es igual a otro fuego. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros fuegos arden la vida con tantas ganas que no se pueden mirar sin parpadear y quien se acerca se enciende. Néstor Kirchner fue uno de esos fuegos y será difícil apagarlo»*. Eduardo Galeano