En la Cámara Alta, en sus suntuosas instalaciones del Palacio de Luxemburgo, se dieron las deliberaciones de los últimos días y una vez más la centroderecha del presidente de la República, Nicolás Sarkozy, logró aliarse con los centristas.
Pasó el texto en primera lectura el viernes y luego ayer el documento unificado con idéntica votación de 177 a favor y 151 en contra. Falta la Cámara Baja hoy, estamento en el cual la UMP de Sarkozy tiene amplia mayoría.
Empero, el asunto más relevante fue la actitud conciliadora y de concesiones del máximo dirigente de la CFDT, Francois Chéréque, quien en un debate televisivo terminó por hacer las paces con la presidenta de la patronal Medef, Laurence Parisot.
Chéréque, para muchos analistas locales, dio un paso atrás respecto a las huelgas y manifestaciones que chocaron con las autoridades en Francia en las últimas semanas y se dijo dispuesto a negociar, sobre otras bases.
Tampoco el líder de la poderosa CGT, Bernard Thibault, asumió una postura vertical, aunque prometió nuevas formas de rebelión y rechazo a la que a todas luces será ley a mediados de noviembre con la firma del mandatario.
Fuentes consultadas por Prensa Latina que pidieron no revelar sus nombres, aseguraron que se aprecia una desmovilización de las marchas y mítines, y las asambleas de los estudiantes la víspera fueron bastante simbólicas.
Tampoco es previsible que la convocatoria al paro de mañana jueves y mucho menos del 6 de noviembre funcionen como antes, en razón de que los sindicatos en sus niveles de bases están decepcionados con la actuación de sus dirigentes.
A priori, la estrategia de comunicación del Gobierno dio sus frutos. La televisión pública, bajo control del Estado, respondió a sus dictámenes a la perfección y preparó el terreno para diluir las olas de protestas.
Finalmente, por lo menos de momento, los franceses deberán convivir con una ley que elevar la edad de retiro de 60 a 62 años y el cobro de pensiones completas de 65 a 67.