Hay un choque también de cifras. Los gremios afirman que casi tres millones de personas se sumaron a las marchas y la administración de Sarkozy recalcó que apenas los manifestantes llegaron a un millón en todo el país.
Sin embargo, el punto focal ahora es si lo más conveniente es volver a las calles 24 horas, como plantean las organizaciones más radicales de Fuerza Obrera (FO) y Sud Rail, o proyectarse hacia una jornada con mítines y desfiles en un fin de semana.
La situación es algo tensa para muchos trabajadores que perdieron sus días de salario el 7 y el 23 de septiembre, y expresar en el futuro su descontento por los cambios a la ley de jubilaciones deberá moderarse en cierto sentido.
Al menos esa es la tendencia de las primeras declaraciones al respecto de Francois Chéréque y Bernard Thibault, líderes de las poderosas CFDT y CGT.
Pero Jean Claude Mailly, máximo dirigente de FO, subrayó la necesidad de no rendirse ante la postura inflexible del Gobierno y llamó a nuevas huelgas en semanas venideras.
En general, los sindicatos franceses aseguraron que ganaron la apuesta al movilizar este jueves a casi tres millones de afiliados, mientras el portavoz del Elíseo, Luc Chatel, repetía que la disminución de participantes demuestra la validez de las reformas.
El proyecto de ley adoptado en la Cámara Baja y empezará a discutirse el 5 de octubre en el Senado, ante lo cual los gremios quieren reiterar sus discrepancias.