El organismo recomendó un mejor gobierno urbano para evitar la marginación, incrementar los servicios sociales e implementar medidas capaces de mitigar el cambio climático a fin de atenuar posibles situaciones catastróficas.
De acuerdo con el texto, las probabilidades de desastres se derivan más de la desigualdad que de la pobreza, como sucede en América Latina.
La FIRCR sostiene que en esa región la tasa de homicidios es un 40 por ciento superior a la media y existe una amplia percepción de que los gobiernos sólo atienden a la élite económica.
El acceso a la sanidad o una situación de mayor salubridad son aún brechas demasiado grandes entre los suburbios urbanos y las ciudades más desarrolladas.
Según el informe, en estas últimas la mortalidad infantil debido a la diarrea es impensable, mientras que es algo común en las de países como Kenya.
En América Latina, África y Asia, casi la mitad de los moradores de barriadas urbanas contraen enfermedades derivadas del escaso acceso a agua potable y a servicios sanitarios, reseña el texto.
Recientemente ONU-Habitat dijo en Brasil que contrariamente a lo que algunos piensan, la urbanización no contribuyó a aminorar la miseria, sino la ha acentuado.
En Latinoamérica la cantidad de personas en esa condición aumentó en las últimas décadas, y de manera notable últimamente, como resultado de la actual crisis económica global.
Además, las diferencias en el status entre ricos y pobres aumentaron en las urbes de la zona en ese período.
En la actualidad el 20 por ciento de los más opulentos acapara el 56,9 de los recursos, mientras en las ciudades latinoamericanas se hacinan 127 millones de pobres.