El 22 de agosto de 1972, se llevó a cabo un intento de fuga frustrado. A 38 años de ese
episodio, conocido como la Masacre de Trelew, aún no hay fecha para el comienzo del
juicio oral.
Durante la dictadura militar de Agustín Lanusse, perseguidos políticos como el
dirigente sindical Agustín Tosco, fueron confinados en el penal de máxima seguridad
de Rawson. Con la llegada al penal del líder del ERP, Mario Roberto Santucho, el 15
de agosto de 1972, comenzó a elaborarse el objetivo de llegar hasta el Aeropuerto de
Trelew, para ir desde allí primero al Chile de Salvador Allende y luego a Cuba.
Sólo lograron huir Santucho, Roberto Quieto (FAR), Marcos Osatinsky (FAR),
Fernando Vaca Narvaja (Montoneros), Enrique Gorriarán Merlo (ERP) y Domingo
Menna (ERP). Otros 19 militantes, que consiguieron llegar en tres taxis, no lograron
alcanzar el avión.
Ante periodistas y el juez Alejandro Godoy, negociaron su rendición, y tras unos días
de cautiverio, fueron ametrallados. Pedro Bonet, Alejandro Ulla, Humberto Suárez, José
Ricardo Mena, Humberto Toschi, Miguel Ángel Polti, Mario Emilio Delfino, Alberto
Del Rey, Eduardo Campello, Clarisa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho,
Carlos Astudillo, Alfredo Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana
Lesgart, murieron allí.
Rubén Pedro Bonet había señalado a los periodistas el mismo 15 de agosto de
1972: «Nuestro objetivo, haber tomado la cárcel, haber venido hasta aquí e intentado
la fuga, ha sido reincorporarnos a la lucha activa», y agregaba «ya que estamos en
la Patagonia concebimos esta Nación y esta lucha como la continuación de la que
libraron todos los obreros rurales y los obreros industriales en el año 1921 y que fueron
asesinados por el Ejército, por la represión».
El proceso judicial comenzó en 2006. El juez federal Hugo Sastre ordenó la prisión
preventiva del ex contraalmirante Horacio Mayorga, Roberto Horacio Paccagnini,
el ex capitán Luis Emilio Sosa, quien habría ordenado la masacre, junto a Jorge Del
Real, Carlos Marandino y Jorge Enrique Bautista. Quien disparó los “tiros de gracia”,
Roberto Guillermo Bravo, es el último acusado.