En el Parque de Estudio y Reflexión La Reja, ubicado en la localidad de Moreno, Provincia de Buenos Aires, Argentina, la celebración comenzó a las 14 con el testimonio de Daniel Zimmermann, quien estuvo presente aquel 4 de mayo de 1969. Luego se proyectaron imágenes y el audio de la arenga «La Curación del Sufrimiento».
En la misma, Silo destacó la diferencia entre el dolor físico y el sufrimiento mental: “Hay un sufrimiento que se produce en tí merced a la enfermedad (y ese sufrimiento puede retroceder gracias al avance de la ciencia, así como el hambre puede retroceder pero gracias al imperio de la justicia). Hay otro tipo de sufrimiento que no depende de la enfermedad de tu cuerpo sino que deriva de ella: si estás impedido, si no puedes ver o si no oyes, sufres; pero aunque este sufrimiento derive del cuerpo o de las enfermedades de tu cuerpo, tal sufrimiento es de tu mente. Hay un tipo de sufrimiento que no puede retroceder frente al avance de la ciencia ni frente al avance de la justicia. Ese tipo de sufrimiento, que es estrictamente de tu mente, retrocede frente a la fe, frente a la alegría de vivir, frente al amor.”
Con respecto a la violencia impulsada por el deseo, dijo: “Fíjate cómo el deseo puede arrinconarte. Hay deseos de distinta calidad. Hay deseos más groseros y hay deseos más elevados. ¡Eleva el deseo, supera el deseo, purifica el deseo!, que habrás seguramente de sacrificar con eso la rueda del placer pero también la rueda del sufrimiento. La violencia en el hombre, movida por los deseos, no queda solamente como enfermedad en su conciencia, sino que actúa en el mundo de los otros hombres ejercitándose con el resto de la gente”.
Para finalizar diciendo: “Hermano mío: cumple con mandatos simples, como son simples estas piedras y esta nieve y este sol que nos bendice. Lleva la paz en ti y llévala a los demás. Hermano mío: allá en la historia está el ser humano mostrando el rostro del sufrimiento, mira ese rostro del sufrimiento… pero recuerda que es necesario seguir adelante y que es necesario aprender a reír y que es necesario aprender a amar. A ti, hermano mío, arrojo esta esperanza, esta esperanza de alegría, esta esperanza de amor para que eleves tu corazón y eleves tu espíritu, y para que no olvides elevar tu cuerpo”.
Luego Juan José Pescio, quien también estuvo presente aquel día soleado, hace 41 años, dio su testimonio de cómo vivió el evento que lo inspira hasta el día de hoy.
Más tarde, se proyectó la conferencia que dio Silo en el Pabellón de los Deportes, Madrid, España, el 27 de septiembre de 1981, en la cual recordó lo dicho años atrás: “Sin fe interna hay temor, el temor produce sufrimiento, el sufrimiento produce violencia, la violencia produce destrucción; por tanto la fe interna evita la destrucción”.
Y destacó la importancia de la reconciliación: “¿Cómo vencerá el ser humano a su sombra? ¿Acaso huyendo de ella? ¿Acaso enfrentándola en incoherente lucha? Si el motor de la historia es la rebelión contra la muerte, rebélate ahora contra la frustración y la venganza. Deja, por primera vez en la historia, de buscar culpables. Unos y otros son responsables de lo que hicieron, pero nadie es culpable de lo que sucedió. Ojalá en este juicio universal se pueda declarar: “no hay culpables”, y se establezca como obligación moral para cada ser humano, reconciliarse con su propio pasado”.
A las 19, junto con la caída del sol, la mayoría de la gente dejó el lugar luego de haber celebrado el 41° aniversario del primer mensaje público de Silo que resonaría en cientos de miles de personas e inspiraría la acción transformadora de humanización del mundo en distintos puntos del paneta.