Formalmente la administración norteamericana ha dado a conocer su última versión de la política respecto de las armas nucleares, que establece que se conserva el derecho de utilizar este tipo de armamento en la eventualidad de lanzar ataques contra otros países.

Los activistas por la paz y la no-violencia así como todos los que se oponen a la existencia de las armas nucleares, incluidos varios parlamentarios norteamericanos demócratas, esperaban de Barack Obama una declaración en la que afirmara que su país nunca más volvería a ser el primero en utilizar armamento nuclear.

Pero el anuncio de la nueva política armamentista de Washington correspondió a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, quien declaró que los Estados Unidos estaba en condiciones solamente de prometer que no utilizará armas nucleares contra aquellos estados que no cuentan con arsenal nuclear y que se rijen por el Tratado de No Proliferación Nuclear. *“Estamos haciendo respetar nuestro compromiso con el Tratado de No Proliferación Nuclear al establecer claramente por primera vez que Estados Unidos no utilizará ni amenazará con utilizar armas nucleares contra estados que no tengan arsenal nuclear, sean firmantes del Tratado y cumplan con sus obligaciones de no proliferación»*, señaló la Canciller.

Esta política que se ha delineado establece además que los Estados Unidos pueden atacar a los países que violen el Tratado de No Proliferación Nuclear.

El Ministro de Defensa, Robert Gates, se refirió a Irán y a Corea del Norte afirmando que *“todas las opciones están sobre la mesa”*.

*“Si hay un mensaje para Irán y Corea del Norte aquí, es el de que si van a acatar las normas, si se van a unir a la comunidad internacional, entonces asumiremos ciertas obligaciones hacia ellos, y eso está previsto en el Tratado. Pero si no van a acatar las normas, si van a ser proliferadores, entonces todas las opciones están sobre la mesa en términos de cómo vamos a manejarnos con ellos”*, dijo Gates.

Evidentemente esta nueva estrategia política defrauda a quienes pensaron que Obama cumpliría su promesa de reducir significativamente la proliferación nuclear, al tiempo que instala un nuevo escenario de tensiones crecientes a nivel internacional, que se va asemejando cada vez más al que primara durante los años de la Guerra Fría o durante la administración de su beligerante predecesor.