Pressenza rescató la experiencia descrita por Loreto Muñoz, gracias al equipo de Temuco que logró llegar hasta Concepción, en el que participaron Ruth Martel y Paola Castro, entre otros.

Loreto Muñoz comenta que luego del terremoto su casa no registró mayores problemas de estructura pero quedaron prácticamente aislados en San Pedro de la Paz. Sin embargo, la gente que vivía en la ribera del río subió luego del movimiento telúrico a los sectores más altos, que es donde ella vive, y se vieron en situación de tener que acogerlos a todos. *»Fue tanta la gente que llegó arriba, que al comienzo nos sentimos sobrepasados e incluso con algo de temor, pero como no pasó nada malo nos fuimos abriendo, nos fuimos comunicando y viendo cómo les podíamos dar una mano»*.

Ahora ya están bastante organizados entre todos los vecinos. Afortunadamente habían llenado el estanque de bencina del auto un día antes del temblor y el marido de Loreto, que es diabético, había comprado una cantidad importante de insulina. Han pasado ya cuatro días y hasta ahora no han sufrido nunca de hambre, entre todos se han organizado para dar respuesta al tema de la alimentación, han cocinado juntos, han amasado juntos, han hecho el pan….

Para bañarse aprovechan la laguna y para beber usan el agua pura de una vertiente que felizmente no ha parado de brotar.

La situación en San Pedro de la Paz es un poco distinta a la de la ciudad de Concepción. Allí los vecinos se han organizado y no ha habido saqueos, ni desbordes sociales, ni violencia alguna. Sin embargo no han logrado conectarse con ningún otro lugar, pariente o amigo, ya que no hay señal para los celulares ni lineas telefónicas funcionando, no se cuenta con electricidad ni menos con internet.

La visita del equipo de Temuco ayudará a solucionar la urgencia de insulina que está requiriendo el marido de Loreto, así como de otros elementos de primera necesidad.

En esa precariedad, la amistad y la ayuda han sido fortalecidas y ya restablecido el contacto con el exterior, será posible comenzar a apoyar para que la vida vaya volviendo a su cauce, mejorada por la experiencia de sobrevivir juntos.