Carl Sagan, el primer Astrofísico dedicado a masificar el conocimiento científico y demostrar la fragilidad de nuestro planeta, afirmaba que existían más estrellas que todos los granos de arena de todas las playas del planeta. Advertía –hace más de veinte años- sobre los efectos devastadores del calentamiento global, e intentaba promover la reflexión sobre nuestra fragilidad y nuestro escaso tiempo vital.
Un legislador estadounidense de la época, ante la difusión de estos temas, afirmaba: ¡Y bueno si sube la temperatura habrá que ponerse lentes de sol y sombrero!

Luego del terrible terremoto de la semana anterior y de las réplicas posteriores, el calvario del pueblo haitiano -gobernado por un 5% de mulatos que desprecia al resto por un matiz de pigmentos y se arroga por ello mayores privilegios- merece nuestra reflexión.

Si un meteorito, un poco mayor que aquel que asoló la Tunguska siberiana a comienzos del siglo 20, impactara en un centro poblado de la tierra, la ONU, si es que quedara algo vivo, no tiene un protocolo de acción preventivo o anticipatorio, es decir no se sabe muy bien quien debería tomar la decisión de enfrentar esa hipotética situación, antes o después, y es un hecho que una gran “pedrada” podría terminar con toda la vida.
En otra escala, hoy no existe un organismo internacional de coordinación de ayuda para catástrofes y ello se está viendo en un Haití caótico, agravado por la inexistencia de una estructura estatal u organizativa mínima, en la que los coordinadores y cooperantes sucumbieron bajo los escombros, como todo el resto de la pobre infraestructura.

EEUU, controla el semiderruido aeropuerto de Puerto Príncipe, y decide, quien aterriza y quien no, generando tensiones y acusaciones de intentos de ocupación, -la mayoría desde Francia,- el otro co responsable histórico de la depredación colonial.
EEUU ya envió 5.000 de los 10.000 soldados que, según Hilary Clinton, autorizó el Presidente Preval. El sistema siempre se ampara en las formas, y esquiva la difusión y los análisis de fondo con sus lógicas soluciones… porque es preciso esconderlas.
Los Norteamericanos brindarán algunas gotas de ayuda (cien millones de dólares) y ya en algunos medios internacionales, algunos periodistas hablan de crear un nuevo plan Marshal… como el que se sacó a Europa de sus ruinas luego de la segunda guerra mundial… Está bien, pero… ¿cómo? ¿cuándo? ¿para qué? Y sobre todas las cosas ¿quién se beneficia?

Nosotros decimos que si las cien personas más ricas del planeta donaran sólo el uno por mil de sus activos, Haití contaría con una cifra cercana a los 145.000 millones de dólares que le permitiría reconstruir toda su infraestructura vial, con el trabajo de su gente, viviendas hospitales, y escuelas antisísmicas y reforestar el país. Se solucionaría con granjas eólicas y colectores solares el grave problema energético se podrían desalinizar el Caribe para riego, además de dar ocupación al 93% de desocupados y terminar con ese ominoso 60% de mortalidad infantil.

Lo deberían hacer los propios haitianos eligiendo qué conjunto de países prefieren como cooperantes, y qué destino quieren tener.
Lamentablemente el país no tiene institucionalidad, ni sistema financiero propio, y para mayor desgracia no tiene voceros “muy humanos”…
George Antoine, cónsul en Brasil, declaró el día 15 de Enero: *”la tragedia es buena para que aquí seamos conocidos… (¿?) Creo que aquel pueblo africano, se mete tanto en macumbas que no sabe que hay en eso (….). El Africano en si está maldito y todo lugar que tiene africanos está jodido” (sic)*. Dijo luego haber sido mal interpretado y no hablar bien el Portugués a pesar de que vive en Brasil hace más de treinta años….

Una vez pasada la angustia que nos produce el drama haitiano, deberíamos empezar a comprender los problemas que tiene nuestro único hogar y las consecuencias de un sistema de cosas basado en la depredación y la codicia como norma de vida. El arrasamiento de recursos y culturas, tiene un techo… el universo circundante bien puede dar cuenta de nosotros, como lo hizo con los dinosaurios, pero nuestra voluntad de humanizar la tierra se debe adelantar a las leyes de la naturaleza, siendo más racionales, honrando nuestros dones, y no bastardeando nuestra inteligencia y la de los otros.

Ojalá Haití pueda ser reconstruida. Siendo el fruto de una lección que se va aprendiendo, pero sabemos que las cosas no funcionan como nuestros deseos… sólo la difusión de ideas, el despertar de las conciencias y fundamentalmente las acciones sostenidas en el largo plazo (y no el pensamiento mágico), pueden ir haciendo realidad los cambios.

Haití bien pudiera ser un símbolo, transformándose en un país que sea un Centro Internacional para Coordinación de Catástrofes auspiciado por las Naciones Unidas, ése sí sería una destino honroso…
Solamente un proyecto tolerante, convergente basado en normas claras y sólidos principios en los que el ser humano sea el valor central puede hacer de Haití, un país con cartel de “maldito”, otro con una Misión Superior.

¿Qué otras ideas hemos leído para rehacer un país que nada material le queda? De momento ninguna.
Su generosa y amable gente, con su primera independencia, supo ayudar a Simón Bolívar para sacudirse el yugo colonial, luego vino el olvido y la segregación de parte de quienes le sacaron hasta la penúltima gota… y no dejaron absolutamente nada. Pero Haití vivirá…
Todo para ellos… desde la ejemplar donación de sangre del pueblo boliviano, hasta las cuidadosas donaciones personales para asegurar su llegada… ya que la del uno por mil de los cien más ricos… jamás se concretará. Sigamos adelante, el futuro nos espera.