Hemos descubierto las carencias de nuestros hermanos en Oceanía, Asia, Europa, África, América. Si en un principio eran la guerra y las armas nucleares nuestra preocupación, nuestro encuentro con las personas nos descubrió ausencias básicas que es preciso subsanar, las que conforman los derechos básicos, aquellos que la Carta de los DH proclama como elementales para que todas las personas puedan vivir con dignidad.
Descubrimos en India y África, la pobreza absoluta. Hambruna, ausencia de higiene, enfermedades prescindibles con epidemias, consecuencia de la carencia de educación. Constatamos que los niños son utilizados para trabajar en lugar de asistir a la escuela, desde su más tierna infancia. Que las mujeres siguen siendo mal tratadas. Descubrimos huellas de tortura en sus rostros, brazos in a penas hablar, a partir de su mirada triste, perdida en el horizonte, en el cual buscan respuestas a su futuro. En América del Sur no tienen armas nucleares pero es impresionante la violencia que es preciso erradicar. Solo con Justicia Social se puede subsanar. La miseria, la ignorancia, el desconocimiento del otro, comportan mucho dolor.
Discriminación hacia los ancianos, en su fase de no productividad, abandonados a su suerte tras dura vida de trabajo.
Hacia los indígenas y a sus culturas milenarias, se diría que pretenden un proceso de extinción. Son desalojados de sus tierras, las que fueron ya cultivadas por sus ancestros, donde crecieron y laboraron, donde enterraron a sus muertos. Ahora, fruto del deseo de algunos Gobiernos que las venden al mejor postor. Nunca fueron registradas para sus comunidades, su tradición era oral, de respeto. En varias ocasiones salieron a nuestro encuentro pidiendo ayuda. Es preciso no abandonarles.
En Corea, ese país desconocido (existen dos Coreas la del Norte mísera por culpa de que su gobierno, a las órdenes de China, la del Sur rica y opulenta pero con una sociedad jerarquizada que no es del agrado de nadie, dirigida por EEUU) Supimos de la represión que padecen algunos colectivos, los menos favorecidos a los que la autoridad pretende desalojar de sus viviendas para ponerlas en manos especuladoras, las que rigen el mercado.
En enero de 2009, 5 vecinos murieron torturados-quemados al no querer abandonar sus casas cuando la policía pretendía el desalojo. Siguen en la lucha contra los que en nombre de la ley quieren les agraden para obligarles a ceder. Les apoyamos en la plaza de la City, nuestra presencia pasiva impidió que les llevasen a prisión, que les golpeasen. También estuvimos en la zona desmilitarizada, en la frontera, ese muro de más de 150 millas que separa familias, ideas, esperanzas. Debemos ayudar a romper muros.
En Moscú nos obligaron a esconder todas las referencias respecto a la MM. Nos impidieron entrar en la Plaza Roja alegando obras, nos sentimos seriamente controlados. Inconcebible ya que la gente nos abrazaba por lo que suponía nuestra presencia en su país.
Me duele también conocer la respuesta de los niños del mundo cuando les pido que supone para ellos la palabra PAZ: tener agua, que mi mamá tenga medicinas, que pueda ir a la escuela no a trabajar, que no me maltraten, que no haya secuestros, que pueda comer al menos una vez al día, no más asesinos, que los niños no seamos objeto sexual, que alguien me quiera. ¿Qué corazón puede soportar tales peticiones sin pensar en actuar?
Considero, como afirma Federico Mayor Zaragoza, que ha llegado la hora de que, hombres y pueblos alcemos la voz, rompamos el silencio. Debemos exigir, a quienes detentan el poder, que hombres/mujeres sea reconocidos por su nombre, con sus derechos y deberes para que juntos, podamos dibujar un futuro en libertad y conquistar el mundo de los seres humanos. Una de las primeras premisas sería que estudiasen el cierre de fronteras, nuestro peor enemigo a lo largo del viaje. Cuesta entender que las mercancías tengan acceso libre mientras que NO las personas.