Con motivo de la expulsión a España de la activista saharaui Aminatou Haidar, El Partido Humanista ha emitido un comunicado que ha sido leído por su Secretario General, Pau Segado, ante los medios de comunicación.
El comunicado dice así: “Los humanistas observamos con preocupación la expulsión desde El Aaiún hacia Lanzarote de la activista no violenta Aminatou Haidar y demandamos al Gobierno de Marruecos, como autoridad de facto en el territorio saharaui, que elimine los impedimentos para el retorno de Haidar, permitiéndole el pleno ejercicio de sus derechos fundamentales sin riesgo para su seguridad personal.
El Partido Humanista exige el cumplimiento de las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y, en consecuencia, reclama la pronta celebración, en ausencia de violencia, de un referéndum de libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental organizado y controlado por la ONU en cooperación con la OUA.
Exhortamos al Reino de Marruecos a retirar todas las tropas militares del Sáhara Occidental, permitiendo la vuelta a su tierra de las decenas de miles de refugiados que hoy día se hacinan en las profundidades del desierto. Pedimos al Frente POLISARIO que renuncie explícitamente y de modo definitivo al uso de la violencia en la lucha por sus legítimas reivindicaciones. Y solicitamos a ambas partes que, atendiendo a los requerimientos de Naciones Unidas, avancen con rapidez en las negociaciones y actúen de un modo constructivo para que, cuanto antes, los habitantes de la antigua colonia española y los desplazados puedan expresar libremente su voluntad de constituir un país independiente o integrarse en otro estado.
En este momento en el que la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia (de la cual el Partido Humanista Internacional es uno de sus impulsores) avanza por el norte de África, pedimos a las partes implicadas y a los países limítrofes que hagan un esfuerzo de diálogo para abrir una vía de solución.
Pedimos a los viejos y nuevos saharauis un esfuerzo común de reconciliación. Pedimos que los primeros puedan retornar a su tierra y que los segundos puedan permanecer en ella. Pedimos que, sea cual sea el resultado del referéndum de autodeterminación y, consecuentemente, el status jurídico definitivo, todos puedan sentir que esa tierra es su casa, que las instituciones les representan y que sus derechos son respetados. Pedimos que las riquezas naturales del territorio, como la pesca o los fosfatos, sean empleadas para beneficio de los habitantes, garantizando la calidad de vida para todos.
La no-violencia es la única senda posible de existencia pacífica en un mundo en el que los límites territoriales ya no encierran monotonía y homogeneidad, sino un abanico diverso de lenguas, confesiones y costumbres con demasiada historia de confrontación. Quizá estos pueblos que hoy sufren y viven la desconfianza mutua sean, por necesidad de supervivencia, los que nos muestren al resto de la humanidad el camino hacia la aspirada Nación Humana Universal».