Equipo Base – Luis Silva Garcia
Continuamos con nuestra agenda tras acudir a Yongsan donde los activistas de la ciudad se concentraron en un emotivo acto, en protesta por la muerte de 5 personas en un incidente ocurrido con la policía al intentar desalojarlos de sus viviendas. La brutalidad de la especulación inmobiliaria parecía estar detrás de lo ocurrido.
Nuestro siguiente acto era algo “liviano”. Meditación y danzas en el parque de City Hall.
Alguien nos avisó. A escasos 100 metros de nosotros, algo estaba ocurriendo. La policía rodeaba a 3 personas formando un minúsculo círculo entorno a ellas, del que no se podía salir ni entrar. ¿Qué esta pasando?, ¿Quiénes son?, ¿Dónde está la traductora de Coreano? Es difícil moverse en una ciudad que no conoces, con un idioma extraño y siendo además los invitados de otras organizaciones.
Ingles, español, coreano, carreras y al fin nos enteramos. Eran familiares de las víctimas de Yongsan, que acudían a la actividad convocada. La policía los retenía argumentando el “robo de un celular”. Parece que era una técnica habitual, que pretendía que no se mezclasen con otra gente, para evitar extender el conflicto. Alguien susurro que no pocas veces, estas “retenciones” acababan con ellos en comisaría.
Algunos continuaban en el parque con la danza y la meditación. El organizador local no quería que nos inmiscuyésemos, para evitar conflictos con la administración. A nosotros no nos parecía bien dejarlos allí ¿Qué clase de no violencia es esa, que medita y danza mientras agreden a nuestra gente? Decidido, no nos vamos de aquí.
No está Miky, ni Rafa, ni Marco, ni Toni y yo me siento responsable del grupo. No quiero que detengan a nadie ni molestar a los organizadores locales, pero tampoco estoy dispuesto a irme, no estoy marchando por el mundo para mirar para otro lado cuando violentan a los que me rodean. Las “abuelas” vuelven a darme una lección. Montse con sus mas de 70 años, pone cara de santa y se salta el cordón policial para abrazar a los detenidos, detrás va Liliana con mas de 60, cara de malas pulgas y una mirada que me deja claro que no se va a retirar. También se salta el cordón policial.
Animo a los pocos que estamos, a que rodeemos a la policía cogidos de las manos, hablo a gritos en castellano para que comprendan que somos extranjeros, quizás eso evite más conflictos. Con la pancarta extendida casi conseguimos rodear el cordón. Uno de los monjes Zen, habla aparte con alguien que parece ser el responsable.
Los policías son muy jovencitos pero están bien entrenados, no hablan, no se mueven y permanecen impertérritos ante cualquier demanda. Llega otro autobús con refuerzos, pienso que si se deciden a “cargar” serán tres para darnos bofetadas a cada uno de nosotros. Ya no se me ocurre ninguna otra estrategia y esos “cafres” de la danza, siguen dando saltitos a doscientos metros de nosotros, sin darse cuenta de la situación. No se como va a acabar este asunto.
En un segundo todo se desencadena. Ante una señal, el cordón se disuelve y todos los policías salen disparados hacia sus autobuses entre el desconcierto y los gritos de los asistentes. Alguien ha debido ordenarles que se retiren… ufff menos mal que son obedientes.
Abrazos, llantos, agradecimientos. Los retenidos nos aseguran que ha sido gracias a nuestra presencia y que de otro modo hubiesen acabado llenos de golpes, como en otras ocasiones. Todos estamos nerviosos y emocionados.
Todo ha acabado bien, no se de que manera, pero parece que esa cosa mágica que acompaña a la marcha ha vuelto a influir en los que nos rodean.
Luis Silva:
mimarchamundial.blogspot.com