En el año 2000, 189 países ratificaron los ocho objetivos de desarrollo del Milenio, el primero de los cuales era reducir a la mitad, para el año 2015, el número de personas aquejadas por el hambre y la pobreza. Según un informe de la FAO (El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI 2002), FAO, 2002), se han logrado pocos avances, y estos objetivos seguirán siendo un sueño no realizado a menos que las palabras se conviertan en medidas concretas. Para que esto llegue a hacerse realidad en el año 2015, el número de las personas aquejadas por el hambre debe reducirse en 24 millones por año, a partir de esa fecha, lo cual corresponde a un ritmo de avance diez veces más rápido que el que se ha conseguido lograr desde los primeros años noventa.
El relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, destacó en el foro Sobre el Derecho a la Alimentación en México, que: “en el mundo existen 2.4 mil millones de personas con desnutrición, lo cual es, a su vez, caldo de cultivo de infecciones y enfermedades”. Informó además que “35 por ciento de los niños que mueren cada año en el mundo –equivalente a alrededor de 6.5 millones– fallecen por desnutrición o causas relacionadas con ella. No obstante, hoy muchas personas consumen productos chatarra porque, pese a no ser ricos en nutrientes, son energéticos y más baratos que los saludables”.
Comentó que “durante el siglo XX se consideró que para acabar con el hambre en el mundo habría que incrementar la producción de alimentos; sin embargo es un diagnóstico equivocado. El problema real no es la baja producción y la falta de alimentos, sino la inequidad entre ricos y pobres”.
El martes pasado, el representante de la ONU aseguró que “legislar en favor del derecho a la alimentación, es un paso más dentro de la estrategia para afrontar el desafío de alimentar a las poblaciones”.
“En esa táctica se debe identificar la población vulnerable y monitorear las políticas que necesitan los campesinos y habitantes pobres de las zonas urbanas, ya que el problema del hambre es político, no técnico”.
“Hay que terminar con la discriminación, enfocar los esfuerzos en los programas sociales, eliminar los obstáculos políticos que frenan el derecho a la alimentación y tener una mejor coordinación de las instituciones del gobierno para que la gente acceda a los alimentos”, precisó.
Dr. Olivier De Schutter es Profesor de Leyes en la Universidad Católica de Louvain (UCL) en Bélgica y en el Colegio de Europa (Natolin) en Varsovia, Polonia. Posee entre otros lauros, una Maestría en Derecho de la Universidad de Harvard, diploma “cum laude” del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Strasburgo, Francia y es Ph.D. en Leyes de la Universidad de Louvain. Ha dado cátedra de Legislación internacional y europea de Derechos Humanos, y Teoría legal en numerosas universidades en Nueva York, Francia, Finlandia, Portugal, Benin y Puerto Rico.
(Fuente Diario La Jornada, México, del 17 de septiembre de 2009 www.jornada.unam.mx/)