Estamos viviendo una cultura de la muerte, una cultura de la violencia en la cual se estima más y se considera más grande a aquel que mata más personas, que destruye en lugar de construir.
¿No es ya insostenible la situación de Palestina, donde hasta el siglo XXI los palestinos se encuentran bajo la ocupación, o, mejor dicho, bajo la “colonización” israelí-estadounidense?
El hecho de que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya proclamado los años de 2001 a 2010 como una década en favor de la cultura de la paz y la no violencia para los niños del mundo ha demostrado una vez más la necesidad de construir un mundo sin violencia y donde reine la paz. En todas partes se prepara a la gente para guerrear y se entrena a miles de brigadas para participar en conflictos bélicos. Ya es tiempo de que la humanidad piense en preparar constructores de paz. Así como se habla de “el arte de hacer la guerra”, ya es HORA de fundar academias en las que se pueda aprender “el arte de hacer la paz”.
La intolerancia, la exclusión,… ¿no son las causas primarias de los conflictos que han culminado en graves y masivas violaciones de los derechos humanos, hasta el grado de que se ha llegado a cometer actos de “genocidio” en Rwanda, en Burundi, en Darfur, y de canibalismo en el Este de la República Democrática del Congo? Los discursos bien estructurados, las palabras bienintencionadas no cambian nada y parecen estar escritos en el agua. Ya es tiempo de ACTUAR.
Este día 21 de septiembre cada quien debería hacer un examen de conciencia y preguntarse: “¿En qué he contribuido yo a construir un mundo en el que imperen la justicia y la paz?” Y, en caso de que la respuesta sea negativa: “¿Qué resolución debemos tomar como un verdadero compromiso para cambiar este mundo de guerras y de conflictos armados… en un mundo de paz y de amor?”
La situación sigue siendo alarmante. En todo el mundo se observan, aquí y allá, comportamientos sumamente negativos; llegó la hora de ACTUAR. No podemos seguir construyendo nuestro mundo con base en discursos huecos, en intereses egoístas y en mentiras. Por todo esto, formulamos las siguientes recomendaciones:
1. Que la educación para la paz y la no violencia sea una prioridad importante para cada uno de los países del mundo. De este modo, en todos los Estados del mundo debería enseñarse, desde la etapa preescolar hasta la universitaria, la no violencia activa a fin de alcanzar una paz duradera. Esta estrategia permitiría formar ciudadanos convencidos de desear la paz, así como futuros dirigentes capaces de erigir un mundo más justo y sin exclusión.
2. Que los delegados de todos los países se coordinen para construir un mundo de paz y que hagan cumplir las leyes en favor de la educación para la no violencia y la paz.
3. Que todos los jóvenes del mundo se vean como hermanos y hermanas, y que se nieguen a ser usados en los diferentes conflictos que desgarran a la humanidad para de ese modo convertirse en víctimas, y que más bien se propongan ser constructores de paz. Que sus vidas sean una lucha en pro de los valores humanos.
4. Que, puesto que el racismo, la xenofobia, la intolerancia, la exclusión, etc., son la causa principal de gran parte de los conflictos que hay en el mundo en general, y en la República Democrática del Congo en particular, se formulen e implanten nuevas estrategias encaminadas a la consecución de la paz y el desarrollo sustentable.
Para el Grupo Martin Luther King (asociación sin fines de lucro)
Christophe NYAMBATSI MUTAKA. E-mail:
Traducción: Patricia Straulino Peacock