En mi segundo día en Japón, mi hermano me relató un caso ejemplar de restricción hacia los inmigrantes. Poco después de llegar a mi lugar de trabajo en la mañana, bien temprano, junto con mis colegas, se dejó caer la policía en el lugar. “Fue una operación rápida, con decenas de policías, parecía una película”, dijo. El objetivo de la operación era detener a los inmigrantes ilegales. Después pidieron los documentos del personal que trabaja con mi hermano en los servicios de jardinería de las vías públicas. Los brasileños salieron indemnes, pues mostraron el visado especial de dekassegui (permiso de tres años para residir y trabajar). “Por suerte llevaba conmigo todos los documentos”, comentó aliviado mi hermano. Diferente suerte tuvieron los filipinos e indonesios del grupo, que estaban ilegales en el archipiélago. “Creo que los llevaron directamente al aeropuerto, sólo con la ropa que llevaban puesta, para su deportación”, conjeturó mi hermano.

**De una punta a otra por tierra en cinco horas**

Cuando leía aquellos reportajes sobre el “tren bala” japonés, llamado “shinkansen”, confieso que los encontraba un tanto exagerados; obviamente, los trenes parecían rápidos, pero es cierto que Japón también parecía muy pequeño. Me equivocaba. En el interior del shinkansen, camino de Hiroshima, donde voy a participar en la ceremonia de la tragedia de 1945, estoy realmente impresionado por la eficiencia del transporte ferroviario nipón. Primero, he tenido que rectificar mi idea que tenía de las distancias aquí. A pesar de ser una isla, Japón es largo y tiene una extensión razonable entre el este y el oeste —antes imaginaba que era sólo de norte a sur—. Pues bien, entre Tokio, la capital en el extremo este, y Hakata, en la punta oeste, hay sólo cinco horas por tierra con el tren bala tipo Nozomi —más rápido que los otros dos tipos, el Hikari y el Kodama—. Imagine lo que sería tomar un tren de São Paulo y llegar a Brasilia en este periodo de tiempo, ¡y sin atrasos! Sí, la puntualidad también impresiona. ¡O viajar desde Río de Janeiro a Belo Horizonte en dos horas!

Afortunadamente, me recomendaron comprar el pase de tren tipo turista para viajar libremente durante los días que estaré en Japón. Pagué cerca de 300 dólares por el pase, que tiene una validez de algunos días. ¿Caro? Al principio me pareció que sí, pero ahora considero que valdrá la pena, pues mi itinerario incluye diversos puntos. Llegué a Nagoya, donde vive mi hermano, y ahora estoy camino de Hiroshima. En seguida voy a Nagasaki, más al sur, para participar de la conferencia de “Alcaldes por la Paz” (Mayors for Peace) y a la vuelta espero parar en Kyoto para conocer la ciudad de los templos tradicionales, entre ellos, el Kinkakuji —templo de oro— antes de continuar hacia Tokio. De Nagoya a Hiroshima, o de la tradicional Kyoto a la ultramoderna Tokio, el shinkansen va a contribuir bastante a que aproveche mi estancia en la tierra de mis antepasados.

**La Prefectura de Hiroshima ha invitado al editor de Pressenza, Alexandre Sammogini, al homenaje a las víctimas de la bomba atómica. Hoy, 5 de agosto el periodista lanza oficialmente la agencia de noticias Pressenza directamente desde Hiroshima, en un acto simbólico en que se encenderá una antorcha de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.**

*(Traducción del portugués al español: Pilar Royo)*