6 de agosto de 1945, yo tenía 8 años. Recuerdo perfectamente el horror que sentí, lloré, era difícil imaginar que un ser humano fuera capaz de provocar tanto dolor.
Solo así entraran en razón los japoneses, eran los estribillos que se emitían.
Lo que pudo servir para que la Humanidad dispusiera de energía,
mediante una reacción nuclear se convirtió en la más mortífera bomba.
Se dijo que Einstein, el año 1939, había hablado con el Presidente Roosvelt, de la posibilidad de fabricar bombas muy potentes.
El problema que incitó al lanzamiento de aquella primera bomba, a la que seguiría otra tres días después en Nagasaki era el mismo que nos aqueja hoy, en el S XXI, el dominio del mundo.
Japón discutió, en aquel entonces con EEUU, en un intento de expansión que lógicamente no se le permitió. Siguió un duro bloqueo americano –similar al que desde muchos años ha mantienen sobre Cuba-, con reducción del suministro de petróleo, embargos comerciales de toda índole.
Japón, país preparado para abrirse al mundo no acepta las condiciones e inicia una guerra, ataca las tropas americanas en Pearl Harbor el diciembre de 1941, duro golpe que humilla a los americanos.
EEUU ante tal oprobio, fabrica las primeras armas nucleares a partir del Proyecto Manhatan dirigido por Openheimer, cuando Truman preside el gobierno del país más poderoso del mundo, tras la muerte de Roosvelt.
La primera bomba se prueba en Nuevo México el 14 de julio y, sin esperar conocer las consecuencias, el 6 de agosto se castiga Hiroshima y el 9 Nagasaki.
Aquellas extrañas nubes de humo que, cual hongos desconocidos se alzaban amenazando el cielo, causaron de inmediato más de 200 mil muertos, luego, lastre de por vida para los habitantes de las zonas limítrofes. Los residuos serán responsables de centenares de miles de damnificados, cáncer, leucemia… y que se transmitirán de forma genética a todos sus moradores.
¿Solamente las armas pueden disuadir a los gobiernos?
La ley de la selva sigue vigente, el más fuerte, el más poderoso, sale vencedor. Pero, ¿vencedor de qué? ¿segar vidas humanas a beneficio de qué, de quién?
¿De que sirven los avances de la ciencia que ha conseguido alargar la vida de los ciudadanos del planeta, si los obcecados de siempre deciden que la vida de los seres humanos les pertenece?
Como dice Federico Mayor Zaragoza, es hora de cambiar comportamientos. Cuando una grave crisis afecta la Humanidad toda, el primer paso a seguir, debe ser para modificar actitudes, cambiar estas obsesiones de dominio, de posesión, de autoridad.
Bombas por PALABRAS, a través del diálogo, de la negociación.
No podemos aceptar que nadie diga que el terror solo se combate con terror y rabia.
Mesas de dialogo, con personas adecuadas, no todo el mundo está capacitado para este noble oficio de negociar. Sí, existen personas que a lo largo de sus vidas han demostrado su eficacia. No permitamos que las bombas prendan fuego en nuestros corazones, destruyan nuestra esperanza.
Formaré parte del equipo base de la MM por la Paz y la no violencia que recorrerá el mundo -90 países de los 6 Continentes- clamando a una sola voz, por
-El desarme nuclear,
-La retirada de las tropas invasoras de los territorios ocupados, la reducción progresiva y proporcional del armamento convencional –yo añado, cese de la fabricación de armas-
-Firma de tratados de no agresión entre países
-Renuncia de todos los gobiernos a utilizar las guerras, como único medio en la resolución de conflictos.
Somos muchos los que estamos convencidos de que otra forma de negociar la paz es posible, dado que los ciudadanos queremos vivir en paz y concordia pero,
quienes se creen amos del mundo y de todo lo que la Madre Naturaleza nos ofrece para el disfrute de todos, son los que no nos dejan.
Es la hora de los ciudadanos, hagamos que nuestras voces se escuchen por toda la tierra.
No más muertes inútiles, en Afganistán, Irán, Irak, Palestina, Israel, Colombia, África… simplemente sirven para que unos pocos se vanaglorien de su poderío y amasen riquezas.
Recuerdo lo que decía el gran artista Oswaldo Guayasamín, “el mundo no conseguirá la Paz mientras existan fronteras, banderas, himnos nacionales”
El mundo es nuestro, de ellos, de nosotros todos. Unamos nuestras voces, no dejemos que el fuego queme nuestro corazón, unámonos en un gran abrazo que permita escuchar el latido de nuestros corazones. Clamemos por el mundo de la dignidad, el mundo de los seres humanos.