El miércoles, la policía antidisturbios utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua para reprimir a una multitud de centenares de partidarios del derrocado Presidente Manuel Zelaya en la capital, Tegucigalpa. Al menos cuatro personas fueron arrestadas. Mientras tanto, unas 15.000 enfermeros y otros trabajadores de la salud entraron en huelga en apoyo al retorno de Zelaya. Se unieron a los maestros de las escuelas públicas del país, que llevan ya semanas de huelga. Se prevé que los partidarios de Zelaya comiencen a llegar a la capital procedentes de todo el país para participar en una gran concentración planeada para el lunes.
Parecería que la administración Obama estuviera reduciendo su oposición al régimen golpista hondureño, justo cuando la resistencia interna aumenta en las calles de ese país. Desde México, Zelaya exhortó a Estados Unidos a usar su influencia comercial sobre Honduras como forma de presionar al régimen de facto.
El reclamo de Zelaya se produjo al tiempo que el gobierno de Obama comenzó a dar signos de retirar su respaldo declarado al retorno del Presidente derrocado. En una carta al senador republicano Richard Lugar, el Departamento de Estado afirmó que la política estadounidense en Honduras “no se basa en respaldar a ningún político o individuo en particular. Por el contrario, se basa en la búsqueda de la solución que mejor contemple al pueblo de Honduras y sus aspiraciones democráticas”. La carta también critica a Zelaya por emprender acciones “provocadoras” que llevaron a su derrocamiento. Asimismo sostiene que Estados Unidos tiene que determinar todavía si la destitución de Zelaya configura un golpe militar.