Durante el pasado fin de semana, el gobierno zimbabuense dedicó tres jornadas para la oración y la reflexión en torno a la paz y la reconciliación nacional, tras la violencia desatada luego de la derrota histórica del régimen del presidente Robert Mugabe en las elecciones de 2008.
John Nkomo ha sido el hombre de voz suave encargado de conducir el proceso y uno de los tres responsables del Órgano de Integración y Reconciliación, creado en abril por Mugabe, en el marco del Acuerdo Político Global, suscrito el 15 de septiembre de 2008.
El objetivo fue «crear un mecanismo capaz de proponer medidas necesarias y practicables para lograr la reconciliación, la cohesión y la unidad».
La crisis política se instaló en Zimbabwe con el triunfo del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) en los comicios de marzo de 2008.
Antes de la segunda ronda electoral, la Unión Nacional Africana de Zimbabwe–Frente Patriótico (ZANU-PF), de Mugabe, quien gobierna este país desde 1980, lanzó una violenta campaña de intimidación contra la oposición, que llevó al líder de uno de los sectores del MDC, Morgan Tsvangirai, a retirarse de la contienda.
La Comunidad para el Desarrollo de África Austral, encabezada por Sudáfrica, medió para promover un acuerdo hacia un gobierno de unidad, según el cual Mugabe mantendría la presidencia, Tsvangirai sería primer ministro y el MDC mantendría la mayoría parlamentaria.
El precario gobierno de unidad se concretó finalmente el 11 de febrero cuando Mugabe le tomó juramento a Tsvangirai como primer ministro.
El gobierno propuso a partir del viernes tres días para la oración y la reflexión sobre la paz y la reconciliación.
«Serán días para orar y mirar a Dios y buscar su guía espiritual en la búsqueda de un nuevo Zimbabwe donde vivamos juntos y haya tolerancia», dijo Nkomo en entrevista telefónica con IPS.
El comienzo de un largo proceso
Los tres días de recogimiento son sólo el comienzo de lo que se prevé será un largo proceso. El órgano que preside Nkomo iniciará pronto una consulta nacional sobre cómo lograr la reconciliación nacional.
«La consulta nacional nos permitirá conocer las causas de la violencia», explicó. «Tenemos que tener la mente tranquila para la tarea, no creemos en la venganza. Si nos inclinamos por ojo por ojo, no quedará ninguno para guiar al país».
El político de 74 años vivió varios episodios de violencia política, desde la guerra de independencia en los años 60 y 70, la brutal represión del gobierno contra la oposición en Matabeleland a mediados de los 80, el enfrentamiento en respuesta al programa de confiscación de tierras a la minoría blanca de principios de 2000 y la última, la de 2008.
Los colaboradores de Nkomo son Gibson Sibanda, ex sindicalista y miembro fundador del MDC, que representa a la facción dirigida por Arthur Mutambara, y el activista de derechos humanos Sekai Holland, también vinculado a ese partido desde sus orígenes y ahora en el sector de Tsvangirai.
«Somos conscientes de que hay mucho dolor, pero permítannos encontrar la forma de apaciguar la situación y reconciliarnos. Estamos creando un sistema que facilite el intercambio de ideas y un mecanismo aceptable que permita cicatrizar las heridas de nuestra nación».
No es la primera vez que se solicita la asistencia de Nkomo como pacificador. Ofició de mediador entre el gobierno y una comisión creada para ayudar a las víctimas del «gukurahundi» a principios de los 80.
El término shona significa «lluvia temprana que se lleva la paja antes de las lluvias primaverales» y se aplicó a la quinta brigada del ejército, entrenada en Corea del Norte, desplegada en las provincias de Matabeleland y Midlands para poner fin al conflicto armado con grupos de la Unión Popular Africana de Zimbabwe, una de las agrupaciones que luchó por la independencia. Miles de personas murieron en los combates.
Nkomo es una de las cuatro figuras que integran el máximo órgano de decisión del ZANU-PF. Los otros son Mugabe y los vicepresidentes Joseph Msika y Joyce Mujuru.
El experimentado político se considera sensato y firme y dice gozar de respeto e influencia política. Sus allegados dicen que solicita la opinión de otros cuando no posee información calificada, le gusta jugar en equipo y tiene una relación estrecha con Mugabe.
De profesión docente, Nkomo participó en las luchas libertadoras y encabezó diversos ministerios desde la independencia del país. Fue presidente del parlamento en 2005. No se presentó a las elecciones de 2008, pero fue designado por Mugabe al Senado.
Partidarios del ZANU-PF son considerados responsables de la violencia previa y posterior a las elecciones de 2008, lo que lleva a algunos críticos a cuestionar la idoneidad de los dirigentes de ese partido para conducir la reconciliación entre los victimarios y sus víctimas.
Nkomo no se sorprendió, pero está decidido a emplear sus conocimientos en aras de la cohesión nacional.
El otrora hombre fuerte del ZANU-PF, Enos Nkala, es uno de los que no están convencidos.
«Qué y a quién están reconciliando», preguntó Nkala. «Todo tiene que ver con el trabajo que deben cumplir».
«Acaso van a restituir las cabañas que fueron quemadas», añadió. «Qué van a hacer con las víctimas de la violencia que están emocional, espiritual y físicamente lastimadas. Tenemos que empezar por crear una comisión de la verdad».
Varias organizaciones sociales sostienen que el gobierno debió comenzar por consultar a todos los sectores sobre quienes deben encabezar el proceso de cohesión.
Organizaciones no gubernamentales y otros actores sociales sostienen que debió crearse una comisión de la verdad como primer paso para lograr la reconciliación nacional. Los responsables de la violencia y las víctimas deben poder hablar sobre lo que pasó para tener una base común para poder perdonar.
Nkomo refutó las críticas de que el equipo no está capacitado para la tarea.
«Somos las personas indicadas porque fuimos víctimas del régimen colonial. La gente que nos señala con el dedo no son víctimas, pero quieren hablar por ellas. En tanto políticos, sabemos qué es la violencia porque nos enfrentamos entre nosotros y la comprendemos», arguyó.
Pero muchas personas creen que la labor del Órgano de Integración y Reconciliación será imposible si no hay justicia.
Nkomo señaló que el organismo escuchará sugerencias, incluida la creación de una comisión de la verdad, en tanto el proceso sea conducido por los zimbabuenses.
Numerosas organizaciones de la sociedad civil sostienen que con estos tres días el gobierno intenta tapar las graves y actuales violaciones a los derechos humanos.