En lo que se refiere al ámbito de la cooperación ruso-estadounidense fuera de la materia nuclear, el escudo antimisiles emerge como un importante obstáculo.
Sin embargo la llegada al poder de Obama supone un cambio importante en las relaciones entre Moscú y Washington, porque el presidente estadounidense plantea una relación de mutuo beneficio, abandonando la mentalidad de Guerra Fría que perduró durante la administración de Bush.
*»Obama comprende que Rusia no es una amenaza para EEUU y por esto, procura al máximo economizar los recursos que destinó la administración anterior en la construcción de un escudo antirruso»*, opina Fiodor Lukianov, director de la revista Rusia en la Política Global, a la agencia de noticias RIA Novosti.
*»Otro aspecto importante supone el control sobre los llamados potenciales recuperables. A Rusia no le conviene que las ojivas objeto de reducción en corto tiempo puedan ser utilizadas de nuevo y reincorporadas al servicio activo. Rusia tampoco puede aceptar la posibilidad de militarizar el espacio»*, resaltó Vladimir Orlov, presidente del Fondo de investigaciones sobre desarme nuclear Pir-Centre.
Ambas partes esperan salir de la mesa de negociaciones con un acuerdo vinculante, cuya fuerza y efecto deban de ser aplicados. El START-1 es un tratado bastante completo donde se especifican con claridad los pasos a seguir y no tiene ambigüedades. De llegarse a un acuerdo igualmente preciso y vinculante, tanto Rusia como Estados Unidos se verían obligados a cumplir puntos muy específicos. Y Obama desea que el acuerdo tenga fuerza.