En enero último, Israel habría muerto a centenas de civiles y destruido miles de viviendas en la Franja de Gaza utilizando proyectiles de alto calibre como misiles y municiones en base a fósforo blanco.
En su informe, Amnesty plantea interrogantes acerca de los proyectiles utilizados dado el alto número de civiles y niños que murieron. Mientras numerosas organizaciones de defensa de los derechos humanos han mencionado que el número de muertos palestinos bordea la cifra de 1.400, la mayoría de ellos civiles, Amnesty señala que al menos 300 de ellos son niños y menores de edad.
La característica que tuvieron muchos de los ataques israelíes sobre el territorio palestino fue de no discriminar entre objetivos militares y poblaciones civiles, a los que el informe se refiere como “destrucciones gratuitas”.
En otro acápite, se refiere al uso de escudos humanos por parte de las fuerzas israelíes, obligando a civiles –incluso a niños- a permanecer en las proximidades de edificaciones que eran utilizadas como posiciones militares. Respecto a esta práctica, la ONG internacional no encontró pruebas de que los combatientes palestinos la hayan a su vez utilizado. Sin embargo, se señala que Hamas puso en riesgo a la población civil palestina al disparar y ocultar cohetes desde lugares próximos a sus lugares de habitación y que la práctica de esos ataques es ilegítima y también viola los reglamentos internacionales, por lo que son injustificables.
Por su parte, el ejército de Israel declara que a resultas de su operación “Plomo duro” en contra de los militantes de Hamas que lanzaban cohetes dirigidos al territorio de Israel, murieron diez soldados y tres civiles israelitas.