Medio Oriente

Hosni Mubarak ha renunciado a la presidencia de Egipto. Felicitamos a los jóvenes egipcios por haber sostenido su movilización no violenta durante 18 días y haber logrado poner término a una dictadura que se prolongó por casi 30 años violando sistemáticamente los derechos humanos y manteniendo en la pobreza a una inmensa mayoría del pueblo egipcio.

El 14 de enero fue depuesto en Túnez el dictador Ben Alí, luego de 20 años en el poder. Si bien el detonante de la rebelión popular fue la inmolación de un humilde vendedor maltratado por la policía, durante muchos años el pueblo tunecino tuvo que soportar injusticias, niveles de desempleo y pobreza alarmantes, y hasta la persecución a ciertas prácticas del islamismo.

Tras la renuncia del presidente Hosni Mubarak, las calles de todo el país han visto la expresión del desborde de la alegría.
Ha sido el triunfo de la presión social sostenida, del clamor por el cambio, de la plena conciencia de ser capaces de hacer la propia historia, lo que convierte hoy al pueblo egipcio en una de las más notables referencias de estos tiempos.

La renuncia de Mubarak luego de la masividad alcanzada en la legítima protesta popular es un franco éxito de la acción conjunta y no-violenta egipcia, de la sabia decisión de las FFAA de apoyar a su pueblo, y también, de las hábiles gestiones diplomáticas realizadas por Obama. El hecho llega como un hálito de esperanza al espíritu revolucionario de las poblaciones.

Luego de 18 días de movilización popular, Mubarak renunció y huyó del país.
Egipto asistió a la más grande expresión de la fuerza de la No-Violencia.
“Guerra civil”, anunciaban algunos agoreros más interesados en que se acallara el clamor popular con la fuerza de los fusiles, que en evitar el derramamiento de sangre. Nada de eso ocurrió.

La mayoría de los periodistas, medios de comunicación, opinólogos o intelectuales de las grandes cadenas de difusión no parecen alcanzar a percibir con profundidad lo que está ocurriendo en Egipto. Y es necesario tener en cuenta que estas movilizaciones masivas o desbordes sociales son solo una muestra del “mundo nuevo que ya está llegando”.

Los Humanistas sentimos una gran alegría por el desenlace de esta Revolución No-Violenta en Egipto, que hoy ha culminado con la renuncia de Mubarak. Hacia fines de enero el PH Internacional había manifestado su apoyo al “clamor de los pueblos” en el mundo árabe; y en varios países nos manifestamos frente a las embajadas de Egipto apoyando la lucha no-violenta de su pueblo.

Cuando Hosni Mubarak dice quedarse en el poder para asegurar que no impere el caos en Egipto, miente. Su insistencia de mantener sus funciones hasta septiembre provoca un malestar incontenible que sigue llevándose víctimas mortales por el camino. Tres nuevas muertes y más de cien heridos es el nuevo saldo de las manifestaciones de ayer.

Ismail Serageldin, director de la Biblioteca Alejandrina y bibliotecario de Alejandría, escribió a «los amigos en todo el mundo» que la célebre y mítica institución se encuentra a salvo «gracias a la juventud egipcia» que en estos días de protesta defiende el acervo de conocimiento y memoria allí depositado. Otro tanto ocurre en otros edificios públicos, como el Museo Egipcio

La resistencia a Mubarak no cree en el diálogo nacional y volverá a desafiar al régimen el 11 de febrero, después del rezo.
Se convoca a manifestarse y forzar la salida del “rais” Mubarak, condición innegociable para una multitud enardecida y heterogénea, agrupada bajo una causa que ha marcado un punto de inflexión en la historia moderna de una región adormecida.