Krystyna Schreiber es periodista y escritora alemana, vive en Barcelona desde 2002. Trabaja para medios de comunicación internacionales y publica libros sobre la situación política actual en Cataluña. Fue galardonada con el Premio de Periodismo 2016 por “La traducción de la independencia” por el Instituto de las Regiones de Europa.
¿Cómo podrían los medios de comunicación independientes ayudar a restituir la libertad de expresión tan amenazada en estos momentos?
Vivo en Cataluña y quiero aportar mi visión, como periodista profesional que informa a medios alemanes, de cómo es la situación actual en Cataluña y en realidad en toda España, en relación a la libertad de información y a la libertad de expresión.
La Plataforma en defensa de la libertad de información de España (PDLI) ha declarado que el 2017 ha sido el peor año, en relación a la libertad de expresión, en España desde la democracia, desde el 1978. Como todos sabemos, en el 2015 se hizo en España una reforma del código penal y se creó una ley que se la conoce coloquialmente como “la ley mordaza”, con la excusa de proteger al ciudadano ante el terrorismo. La PDLI denuncia que mediante esta ley se está obstaculizando una parte importante del trabajo de los periodistas, sobre todo de fotoperiodistas. Así pues, el gobierno ha sancionado con multas importantes a periodistas vascos y a periodistas andaluces por hechos como informar sobre protestas sociales o fotografiar a policías que han ejercido violencia sobre ciudadanos.
Al margen de esta ley, que ha aportado a las arcas del estado 131 millones de euros en multas que oscilan entre 600 y 600.000€ dependiendo de la gravedad del delito, al margen de este tema, esta reforma penal ha aumentado los delitos vinculados al terrorismo. Es tan absurda la situación que, en el 2011, cuando ETA dejó las armas, la Audiencia Nacional (tribunal que persigue crímenes contra el estado) ha quintuplicado las sentencias relacionadas con el terrorismo. Se trata de sentencias por enaltecimiento del terrorismo en las redes sociales, alguno de los casos más sorprendentes han sido el de Cassandra, condenada por la Audiencia Nacional a un año de prisión por sus tuits sobre Carrero Blanco (posteriormente absuelta por el Tribunal Supremo). Se han emitido unas 30 sentencias relacionadas con declaraciones en Facebook o Twitter acusando a gente que criticaba de una manera humorística ciertas actuaciones de los poderes del estado, de la policía, de los jueces o del rey. Hemos podido ver una gran represión sobre la libertad de opinión.
También algunos músicos antisistema han sido condenados, como Hasel, sentenciado por la Audiencia Nacional a dos años de cárcel por hacer críticas a la monarquía, la brutalidad policial o la iglesia, o Valtonyc un joven rapero mallorquín condenado a tres años y medio de cárcel por delitos como enaltecimiento del terrorismo, amenazas, calumnias e injurias.
Cuando se pone esa presión sobre la cultura, sobre el arte que es una de las vías que tiene la sociedad para ejercer críticas al sistema, entonces hay una fuerte limitación de la libertad de expresión de una sociedad.
Todos sabemos que el 1 de octubre en Catalunya se celebró un referéndum que se declaró ilegal. La PDLI ha denunciado que en Catalunya se ha producido una clara persecución a la libertad de información y de expresión dirigida hacia ciudadanos. Han aumentado los delitos de odio con acusaciones como no hacer caso a la policía. También se ha acusado a 500 profesores por hablar en clase de la violencia ejercida por la policía en la actuación del 1 de octubre, o se considera que han incurrido en delitos 700 representantes de organismos municipales que apoyaron el referéndum.
La PDLI también ha criticado que, en lugar de dar respuestas políticas, el gobierno se dedica a limitar la libertad de expresión de medios como TV3 (canal autonómico de Catalunya con una audiencia del 19% de la población).
Esta situación debería preocuparnos, porque todo aquello que se está aplicando ahora en Catalunya se podrá aplicar, en un futuro, en toda España y en toda Europa.
Así pues, es muy importante el rol de los medios de comunicación independientes, ya que no son parte del sistema y permiten que se comuniquen aquellos ciudadanos que no tienen voz en los medios dependientes del sistema.
En Alemania los ciudadanos se preocupan porque están viendo que en España se puede ejercer violencia oficial hacia los votantes independientemente de la situación jurídica. Ven que el estado protege a los policías que ejercen esta violencia y no al ciudadano. Saben que si eso sucede en España, puede llegar a pasar en otros lugares de Europa, que las protestas sociales en el futuro se consideren casos de rebelión.
Ahora vemos situaciones similares en estados como Hungría, Polonia, con la excusa del terrorismo y con cierta apatía por una parte de la sociedad, se está permitiendo cada vez más a los poderes facticos limitar las expresiones de movimientos sociales incomodos y limitar nuestros derechos. Limitar nuestra libertad de expresión, dividirnos y hacer cada vez más difícil cambiar las cosas.
¿Cómo hacemos para dar más credibilidad a los medios independientes que a los grandes medios?
Lo ideal sería que los grandes medios fuesen independientes de los poderes, ya que son los grandes medios los que tienen muchos recursos, para los medios pequeños no es tan fácil el trabajo pues no tienen muchos recursos. Por otro lado, es importante que los medios independientes se profesionalicen, tienen que intentar prestar el mismo servicio profesional que prestan los grandes medios y esto es difícil, requiere encontrar recursos y mucho voluntariado. Es importante visibilizar las ventajas de los medios independientes, una de las más importantes es su proximidad a la base social, su inserción en el medio y su cercanía a los actores. Sobre trabajar con movimientos sociales, yo trabajo para medios grandes alemanes y encuentro muy difícil informarme sobre las acciones que realizan los movimientos sociales y tener contacto con ellos, así que animo a los movimientos sociales a que informen de sus acciones a los medios, los medios independientes podemos hacer de puente entre los movimientos sociales y los grandes medios.
Imagen: David Anderson